Son los amaneceres o los atardeceres, instantes llenos de magia que visten los paisajes con una decoración sorprendente.
Los amaneceres son los encuentros entre las noches y los días, donde se despide a las tinieblas y se da la bienvenida al Sol. Los cuerpos descansados comienzan la actividad de un nuevo día.
Los atardeceres son momentos para la relajación; son el tránsito de la vigilia hacia el sueño; un punto de inflexión entre la actividad y el descanso.
Atardecer mirando hacia Zizur Menor
Sábado, 26 de Octubre de 2013
Las nubes comenzaron a reflejar colores amarillos y ocres, que conforme se iba metiendo el Sol fueron tornando a colores violáceos y rosas.
Las nubes comenzaron a reflejar colores amarillos y ocres, que conforme se iba metiendo el Sol fueron tornando a colores violáceos y rosas.
Sábado, 24 de Noviembre de 2012
Fue un sábado al amanecer cuando, al despertarme, me asomé a la terraza.
Aquella semana habría transcurrido como otras salvo por la espectacular visión que la naturaleza me ofreció al mirar hacia el Este.
Un espectáculo poco frecuente que se quedó grabado en mis retinas, y que fue especial por la diversidad de nubes, que con sus distintas formaciones fueron convergiendo en diferentes altitudes en una atmósfera limpia y nítida.
Unas nubes, todavía oscuras y cargadas de agua, venían a coincidir con otras más altas ya al rojo vivo, y entre ellas las blancas estelas que dejaban los aviones transportando personas; unas quizás de vuelta a casa después de un largo viaje de trabajo, y otras quizás comenzando un fin de semana de aventura y ocio.
Profundizando el campo de visión acerqué este bonito contraluz en dirección a Monreal, con los montes del Puerto de Iso al fondo. A la derecha se observan los molinos de la Sierra de Izco como espectantes ante la salida del Sol.
El Sol se resistía a salir, como queriendo prolongar la duración de este momento; mientras, sus rayos teñían las nubes más altas en tonos dorados.
Fue un sábado al amanecer cuando, al despertarme, me asomé a la terraza.
Aquella semana habría transcurrido como otras salvo por la espectacular visión que la naturaleza me ofreció al mirar hacia el Este.
Un espectáculo poco frecuente que se quedó grabado en mis retinas, y que fue especial por la diversidad de nubes, que con sus distintas formaciones fueron convergiendo en diferentes altitudes en una atmósfera limpia y nítida.
Unas nubes, todavía oscuras y cargadas de agua, venían a coincidir con otras más altas ya al rojo vivo, y entre ellas las blancas estelas que dejaban los aviones transportando personas; unas quizás de vuelta a casa después de un largo viaje de trabajo, y otras quizás comenzando un fin de semana de aventura y ocio.
Fueron curiosas las formaciones lenticulares que observé en dirección a la Sierra de Tajonar.
Me llamó la atención una nube solitaria, negra y amenazante. Amenazante en sentido figurativo, por su forma de cocodrilo, que cambió luego a formas onduladas que semejaban grandes olas de una mar arbolada.
Profundizando el campo de visión acerqué este bonito contraluz en dirección a Monreal, con los montes del Puerto de Iso al fondo. A la derecha se observan los molinos de la Sierra de Izco como espectantes ante la salida del Sol.
Finalmente me fijé, arriba a la izquierda, en un avión que atravesaba la estela ya ensanchada de otro que había pasado anteriormente.
Amanecer desde Zizur Nagusia
Septiembre, 2006
Amanecer desde Zizur Nagusia
Abril, 2007
Atardecer desde Anglet
La Txiberta, 29 de Julio de 2009
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